Jorge Ramírez Caficultura desde Costa Rica
Se puede sembrar café robusta sin ‘pelear’ con el suave
Uno de los investigadores de la Misión cafetera, José Leibovich dijo que ha hablado con empresarios interesados, en zonas donde no se produce el suave arábica lavado.
El café robusta, dice el economista José Leibovich, ha sido estigmatizado por el gremio cafetero nacional y convertido casi en un tema tabú.
Tanto y tan serio lo es que quienes en un pasado cercano lo propusieron en diferentes escenarios llegaron a tener muchos problemas y serias diferencias con esa cúpula.
Hoy, el tema vuelve a colación, pues hace parte de los análisis que hizo la llamadas Misión de Estudios para la Competitividad de la Caficultura en Colombia, liderada por otro economista, Juan José Echavarría. Las serias diferencias anotadas también se mantienen.
El diálogo con Portafolio, Leibovich destacó que este una opción para la caficultura y que, por tratarse de un tema escalado industrialmente, podría marginarse de los intereses de la Federación Nacional de Cafeteros, no pagar parafiscalidad y hasta tener su propio gremio.
¿Qué tan importante es esta especie?
En los ultimos 20 años son los que más han crecido, lo han hecho de manera vertiginosa, mientras que el suave arábica lavado (como el que produce Colombia) ha marcado un ritmo moderado.
La oferta mundial de cafés suaves (colombianos y otros suaves) se ha estancado en los ultimos 20 años en 40 millones de sacos.
¿Y para los consumidores?
La demanda mundial de estos es muy fuerte en Europa, los Estados Unidos y Japón, por lo que la industria torrefactora se ha transformado para producir las nuevas mezclas que tienen mucho más de robusta que en otras épocas. El cambio técnico en la preparación ha permitido no deteriorar la calidad para el consumidor.
¿Colombia está preparada para sembrarlos?
El ambiente (refiriéndose a un tema gremial) es desfavorable, pues los argumentos de la Federación son totalmente rebatibles; ellos dice, por ejemplo, que afectaría la prima que se paga el por café suave.
Y para que esto no pase, ¿hay alguna posibilidad de diferenciarlos?
Sí, claro. Las certificaciones. Con estas pueden diferenciarse los productos en los mercados mundiales; hay mercado para todos.
Aparte del estudio presentado por usted en los borradores de la Misión cafetera, ¿alguien más ha analizado el tema?
Lo hizo el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), cuyos documentos reposaban desde hace algunos años y fueron rescatados por el director de la Misión, Juan José Echavarría.
¿Estos qué dicen?
Que hay tierras y potencial para producirlos. Colombia está en la zona tropical, hay oferta ambiental, clima, tierra, agua y zonas óptimas.
Colombia podría incursionar en la producción de esos cafés: hay mercados muy dinámicos pese a que los precios son menores; puede generarse empleo y sería bienvenido para la agricultura.
¿En qué zonas?
Los valles de los ríos Cesar y Sinú,el municipio de Sabana de Torres (Santander) y las zonas de los llanos Orientales (Arauca, Casanare, Meta, Vichada).
Esta última es la más atractiva por su extensión, el costo de la tierra, y no competiría con la producción de cafés arábicas en la zona andina y la Sierra Nevada de Santa Marta.
¿Qué se necesita?
Eliminar las restricciones y los controles de las calidades que hace ejerce la Federación de Cafeteros. Sí debe controlarse, pero para diferenciar al suave del robusta que llegue a producirse y, además, que tengan sellos de calidad.
Además, se hace necesario permitir la importación del material genético, certificado, para que se inicien las siembras en el país.
¿Y los costos de producción?
Las diferencias entre robusta y arábica varían entre un 50 por ciento en el caso de India hasta 22 por ciento en Uganda.
¿Quién ‘se le mediría’ a este cultivo?
He hablado con empresarios que estarían dispuestos a iniciar cultivos de café robusta en la zona que anoté atrás; incluso, sin procesos de mecanización, los que vendrían dándose con el paso del tiempo, en la medida que vayan siendo exitosos.
Si se desarrolla o no, depende de los privados; mientras tanto, están en espera de que el propio Gobierno y el mercado marque las condiciones necesarias para poner en marcha este tipo de proyectos.
¿Pero esto es así de fácil?
No. Se necesita de investigación y experimentación; para eso, precisamente, tenemos a Corpoica para que de su veredicto final de viabilidad del café robusta en Colombia.
Analizamos también casos como el de Brasil, donde son intensivos en manos de obra, se han dado innovaciones y está en un proceso de mecanización.
¿Hay mercado interno?
Colombia está importando no menos de un millón de sacos anuales para satisfacer el mercado interno y estas compras no son de cafés de buena calidad.
Fuente: portafolio.co

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