Ramírez Caficultura desde Costa Rica
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Entendiendo el café como un cultivo permanente
El cultivo de café es una actividad permanente de largo plazo donde la vida útil del cafeto en condiciones de manejo adecuado puede alcanzar hasta 20-25 años. La planta produce su primera cosecha comercial al tercer año después de sembrada y continúa su producción por muchos periodos, solamente interrumpidos durante los años en que el agotamiento del tejido productivo obliga a realizar prácticas de poda.
Por su parte, una vez cumplidos varios ciclos de poda sobre los mismos cafetos, las plantas comienzan a mostrar un acentuado deterioro, se vuelven más sensibles al ataque de enfermedades fungosas en particular las provocadas por hongos habitantes del suelo que dañan la base del tallo y van causando un debilitamiento irreversible de los ejes productivos. Una vez alcanzado este punto de afectación lo más conveniente es incorporar estos lotes en un plan de renovación.
Debe entenderse entonces que el manejo eficiente tiene como aspectos medulares que sustentan la actividad comercial a largo plazo, tanto la práctica de la poda para prolongar la vida útil de las plantas, como la renovación de cafetales por medio de arranca y sustitución de los lotes viejos de plantas que ya han cumplido su vida útil.
Inconveniente postergación de las podas y la renovación de cafetales
En algunos casos los productores en un afán por disponer de un poco más de cosecha para tratar de aprovechar los buenos precios del café del momento, deciden postergar para el año siguiente las podas programadas, lo mismo que los procesos de renovación de cafetales.
Optar por esta decisión significa afrontar una serie de inconvenientes que se reflejan a corto y mediano plazo por la acumulación de tejido agotado que va a sumar área con requerimientos de poda para los años siguientes, asimismo, la interrupción en el proceso de renovación significa estancamiento o disminución del promedio productivo que se comienza a reflejar tres años después de haber suspendido el programa de renovación
La mejor decisión en el manejo comercial de un cultivo permanente como el café debe estar fundamentada en lograr el objetivo de mantener una buena productividad a través de los años realizando poda y renovación, esto asegura rentabilidad de la actividad aún en época de bajos precios, asimismo, amplias ganancias cuando corresponde la época de altos precios.
Error #1. Postergar las podas del año presente para el año siguiente
De acuerdo con el avance de los años productivos y el agotamiento progresivo que van mostrando las plantas en los diferentes lotes del cafetal, es evidente que se va marcando año con año la necesidad de poda que se requiere aplicar para mantener un adecuado balance entre la cantidad de tejido agotado por podar y el tejido productivo.
Postergar la poda significa mantener lotes con escaso aporte productivo, acumular plantas agotadas, incrementar las necesidades de poda para los años siguientes y acentuar el comportamiento de años de menos cosecha. Además, las áreas poco productivas que no son podadas igualmente continúan acarreando costos por mantenimiento e inversión para la compra y uso de insumos.
De lo anterior se deriva que la supuesta ganancia esperada por la reserva del volumen de cosecha que pueda ser aportado por lotes poco productivos, se diluye en costos de mantenimiento e insumos, siendo la rentabilidad neta cuanto más muy poco significativa o quizás hasta llegue a ser de ganancia cero para el productor.
Error #2. Interrumpir el programa anual de renovación de cafetales
La interrupción en la ejecución del plan de renovación con la justificación de obtener algún volumen adicional de cosecha para vender un poco más de café en el año presente tendría una repercusión negativa en el progreso de mejoramiento de la productividad a mediano y largo plazo.
Postergar la renovación correspondiente del año, significa mantener lotes viejos con poco aporte de cosecha por al menos un año adicional, donde más adelante y por un mismo periodo de tiempo, se estará atrasando la posibilidad de aprovechar el inicio del aporte altamente productivo de los lotes nuevos. Es cambiar la opción de lograr una gran cosecha a mediano plazo, por la posibilidad de obtener una raquítica producción a corto plazo.
Al igual que para la posible decisión de postergar las podas, en este caso, detener el programa de renovación siempre obliga a dar atención a los lotes viejos, al tener que invertir en insumos y mano de obra. Estos son costos de producción que difícilmente podrán ser retribuidos significativamente debido a que la única expectativa que se tiene al insistir en mantener estos lotes, es la recolección de una escasa cosecha.
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