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Presencia de plantas perdidas después de la poda
Cuando se realizan podas sistemáticas por hileras o por lotes completos mediante el tipo de poda baja o recepa, se hacen más evidentes las plantas perdidas en esas áreas, asimismo, durante el desarrollo de los nuevos crecimientos o hijos de poda, algunas no responden bien a esta práctica por lo que deben ser consideradas también como plantas perdidas.
En relación con esta situación la recomendación más común ha sido reponer las plantas perdidas mediante el método de resiembras, pero esto también hace que se tenga que incurrir en costo adicional para compra de almácigo, insumos y uso de mano de obra para siembra y mantenimiento de las nuevas plantas.
En relación con las resiembras que se realizan en lotes sometidos a podas bajas o recepas, se ha determinado que no siempre se obtiene un efecto productivo significativamente positivo que justifique la necesidad de reponer siempre las plantas perdidas en las áreas podadas.
Disminución de plantas por área y claros en los lotes podados
A partir de la densidad de siembra inicial utilizada para el establecimiento del cultivo, la pérdida de plantas a través de los años debido a daño causado por plagas y enfermedades, agotamiento prematuro o al impacto de fenómenos naturales; provoca inevitablemente una disminución de la cantidad de plantas por área y reducción de la producción.
Asimismo, cuando los claros o espacios que se generan dentro de los lotes del cafetal sometidos a poda son amplios debido a la pérdida de varias plantas, se favorece un desarrollo más rápido de malezas muy agresivas como las gramíneas que requieren ser controladas oportunamente para evitar el efecto de competencia con el café.
Sin embargo, para poder afirmar que la presencia de un determinado número de “fallas” en el lote resulta perjudicial para la actividad económica, es necesario conocer qué tanta proporción de esa densidad de plantas sería posible no resembrar sin comprometer la viabilidad económica del cultivo en la finca o en un lote en particular
¿Cuándo es necesario resembrar y cuándo no?
Primeramente, es importante tener presente que la pérdida de plantas en el cafetal por efecto de factores bióticos o abióticos ocurre de forma aleatoria, pero la reducción de la producción en el lote es proporcional al número de plantas perdidas.
Tal como se observa en los lotes manejados con podas sistemáticas, cuando por diferentes razones se genera pérdida de plantas, las vecinas pueden compensar hasta cierta medida la producción que estarían aportando las plantas muertas, esto ocurre de forma independiente del número de plantas vecinas que se tengan.
Se puede considerar entonces que hay un porcentaje máximo de plantas muertas que puede ser de cierta manera compensado por las plantas productivas que quedan en el lote y que permitiría que los productores que no realizan resiembras no se vean afectados de manera importante en su registro final de cosecha.
A la vez se debe tener claro que luego de sobrepasado un límite aceptable de pérdida de plantas en los lotes, se hace necesario llevar a cabo resiembras en forma oportuna para mantener la sostenibilidad productiva de la plantación, siendo la omisión de esta práctica de manejo (resiembras) motivo de reducción importante de la producción y por lo tanto de disminución de los ingresos de la plantación.
Estudios realizados a largo plazo en relación con el efecto de la pérdida plantas en las condiciones de manejo de poda ya mencionadas, han encontrado que, el número máximo de plantas perdidas que se puede soportar en un lote sin que se afecte la producción de café de manera significativa es el 10% de la densidad de siembra del lote, o sea que en una población de 5000 plantas por hectárea esto equivale a 500 plantas.
Visto de otra forma, cuando se manejan podas sistemáticas por hileras o por lotes completos y se tenga un porcentaje de plantas faltantes en dichos lotes mayor al 10%, se deben llevar a cabo resiembras para evitar que la producción se reduzca en cantidades importantes y así mantener la viabilidad económica del cultivo.
Referencia: Moreno-Berrocal, A.M. 2010. Cenicafé 61(1): 28-34.
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