Ramírez Caficultura desde Costa Rica
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Para el cultivo del café se ha generado información técnica que en diferentes épocas ha estado disponible para el manejo de cafetales productivos. Sin embargo, las tecnologías también van cambiando en función de los nuevos sistemas de cultivo, en procura de lograr una mejor adaptabilidad a las distintas condiciones de clima y suelos de las regiones.
Actualmente es posible destacar algunas de las prácticas de manejo del cafeto que son más determinantes en esta empresa, para alcanzar los objetivos de una productividad competitiva, mantener la calidad, y trabajar el café bajo el concepto de una caficultura sostenible.
Variedades a sembrar
La escogencia de las variedades a sembrar depende principalmente de las condiciones de clima y suelos de la zona de cultivo, y del nivel tecnológico que utilizan los productores.
Para el manejo de cafetales de altos rendimientos existen distintas posibilidades de escoger variedades de porte bajo muy productivas como Caturra, Catuaí y algunas otras de características similares. También se cultivan materiales que además de alta productividad, presentan resistencia a la roya del cafeto, entre otras las variedades que pertenecen al grupo de los Catimores y los Sarchimores.
Es muy importante que las variedades a utilizar hayan sido desarrolladas por centros de investigación en café que pueden demostrar la aplicación de procesos consistentes de evaluación y selección, y disponer del respaldo con datos de los resultados de los estudios comparativos llevados a cabo con otras variedades comerciales que permitan garantizar al productor que realmente la variedad ofrecida es superior a sus alternativas.
Características de los almácigos
Actualmente existen diferentes modalidades para el desarrollo de almácigos, sea directamente al suelo, en bolsas o en tubetes. En relación con los sistemas más utilizados como son el almácigo sembrado en eras formadas directamente en el suelo y el almácigo producido en bolsas de polietileno; ambos permiten obtener plantas de muy buena condición agronómica, ya que lo importante es que el almacigal tenga un manejo adecuado que garantice la obtención de plantas de primera calidad.
El productor debe observar algunos aspectos básicos para asegurarse que está adquiriendo un buen almácigo. La semilla utilizada debe provenir de algún centro de investigación en café que permita garantizar su pureza genética. Es muy importante observar que las plántulas no presenten lesiones, ni hayan sido afectadas durante el desarrollo del almácigo por la enfermedad conocida como “mal del talluelo”.
Además, se debe proceder a examinar la condición que presenta el sistema radical, las raíces deben mantener su color blanco, sus extremos sin pudriciones, sin malformaciones ni crecimientos anormales. Esta observación es muy importante, pues a veces almácigos que presentan buena apariencia en su parte aérea, pueden en realidad tener daños en la raíz que después se van a manifestar en el sitio de la siembra definitiva con la muerte de las plantas afectadas. Inclusive en algunos casos los cafetos logran producir su primera cosecha, pero luego comienzan a manifestar un marchitamiento gradual que culmina con la pérdida de las plantas.
Control de malezas
La mayor atención para el control de malezas en los cafetales debe darse durante los primeros años de establecimiento del cultivo, cuando los lotes de café aún se encuentran en pleno desarrollo y quedan amplias áreas del terreno muy expuestas al sol.
Otra etapa del cultivo donde es importante realizar un adecuado control de malezas, es después de la poda, principalmente cuando se manejan sistemas de poda por lotes, donde se dan condiciones favorables para una mayor proliferación de malezas.
Durante estas etapas del cultivo se genera una mayor competencia de las malezas para el cafeto, principalmente de gramíneas que son más agresivas en todos los sectores de la finca donde ocurre mayor entrada de luminosidad a los terrenos.
Poda de cafetos
La poda es la tecnología agronómica de mayor respuesta productiva en el cultivo de café, cuando ésta se realiza mediante la aplicación de las técnicas adecuadas para la renovación del tejido productor en los lotes agotados.
La poda permite eliminar tejido improductivo y dañado por enfermedades, estimular el desarrollo de nuevos ejes y mantener un equilibrio adecuado en la plantación entre crecimientos vegetativos (follaje) y crecimientos reproductivos (cosecha).
Los principales tipos de poda son la recepa (poda baja), la poda alta según el agotamiento de los ejes ortotrópicos o verticales y la poda de ramas o bandolas. El manejo de estas técnicas se incorpora en la aplicación de diferentes sistemas, como son la poda selectiva o poda individual por planta, la poda por hileras y la poda por lotes.
Posterior a las podas se deben llevar a raleos o deshijas para seleccionar los mejores hijos para la formación de la nueva planta. Mantener de 2-3 hijos por planta en total garantiza el desarrollo de cafetos altamente productivos.
Distancias de siembra
Son muy variadas las posibilidades para definir las distancias de siembra para el establecimiento de plantaciones de café. Sin embargo, son los factores de clima, suelos y nivel tecnológico utilizado por los productores, los aspectos más relevantes que deben ser considerados para determinar los distanciamientos más adecuados. Asimismo de acuerdo con las distancias entre hileras y entre plantas, así será la densidad de plantas por unidad de área que estará conformando el cafetal.
El arreglo de siembra de 2,0 m x 1,0 m es un sistema bastante adecuado para la alta productividad en condiciones óptimas para el cultivo. En zonas con alta pluviosidad, nubosidad frecuente y terrenos de ladera que limitan la disponibilidad plena de radiación solar; conviene variar la distribución de siembra a 2,50 m x 0,80 m. En ambos casos se logra mantener la misma densidad de siembra de 5000 plantas por hectárea, sin embargo, para el arreglo de 2,50 m x 0,80 m, conviene establecer solamente plantas formadas a un eje ortotrópico.
Fertilización y encalado
La fertilización es determinante para el manejo de sistemas de cultivo altamente productivos, mientras que la aplicación de enmiendas calcáreas en suelos ácidos, favorece una mayor disponibilidad de elementos esenciales para el cafeto. La herramienta del análisis de suelos, aporta la información necesaria para tomar las mejores decisiones para llevar a cabo estas labores de manera eficiente y económica.
En general se puede indicar que un plan de fertilización eficiente, debe contemplar el uso de unos 1000 kg de la llamada fórmula completa (N-P2O5-K2O-MgO-B), fraccionada en dos aplicaciones, la primera al inicio del periodo lluvioso y la segunda dos a tres meses después. Cerca del final de la época lluviosa se debe realizar una tercera fertilización con 270 kg de una fuente nitrogenada como el nitrato de amonio.
A manera de referencia para el encalado de suelos moderadamente ácidos, se puede considerar el uso de unos 1500 a 2000 kg de carbonato de calcio (CaCO3) aplicado cada dos a tres años al final de la época seca.
Manejo integrado de la broca
La recolección de todos los frutos remanentes en la planta al final de la cosecha y la junta de los frutos caídos al suelo, es la práctica de mayor impacto para disminuir significativamente las poblaciones de broca que permanecen en estos frutos y que se constituyen en punto de partida para la multiplicación de la plaga durante el siguiente ciclo productivo.
La colocación de trampas de broca al final de la época seca, es una buena ayuda, para el monitoreo del comportamiento de la plaga durante sus primeros movimientos (vuelos) hacia la colonización de nuevos frutos.
Esto va a indicar las necesidades de control que se van a requerir durante el avance del desarrollo del fruto, para lo cual es de suma importancia llevar un registro de fechas de las floraciones y con base en esta información de ser necesario, realizar una aplicación con producto insecticida unos 80-90 días después de ocurrida la floración principal.
Control de la roya
El uso eficiente de las prácticas de cultivo tales como la poda de los cafetos y el manejo de una sombra regulada, tiene un efecto favorable como medidas de control para la disminución de inóculo residual (esporas del hongo) y limitación de condiciones propicias para el ataque de la enfermedad.
Si después de realizada la poda aún permanecen niveles altos de esporas del hongo en las hojas de los cafetos, entonces se hace necesario realizar un control con fungicida sistémico para disminuir el inóculo residual en el cafetal, de tal forma que para el inicio del periodo lluvioso, la cantidad de esporas que estarán causando nuevas infecciones, sea la más baja posible.
A partir del inicio del período lluvioso, se debe realizar una primera aplicación con fungicidas protectores a base de cobre y mantener un monitoreo constante del crecimiento de la enfermedad, cuando ésta alcanza un porcentaje de incidencia del 15%, se debe aplicar fungicida sistémico preferiblemente del grupo de los Triazoles o alguna mezcla de fungicidas de probada eficacia.
Posteriormente y dependiendo del comportamiento de la enfermedad, se puede llevar a cabo una segunda aplicación con fungicida sistémico, para bajar el nivel de incidencia de la patógeno durante la etapa del desarrollo final del fruto.
Control del ojo de gallo
Inicia después de la cosecha con una poda eficiente de plantas agotadas y plantas dañadas por la enfermedad, después sigue la implementación de un manejo regulado de la sombra y un eficiente control de malezas.
En las zonas reconocidas por sus condiciones climáticas favorables para la enfermedad, se debe aprovechar la renovación de cafetales para establecer distancias de siembra que puedan favorecer una mayor aireación y entrada de luminosidad a los lotes del café.
El control químico es necesario cuando las condiciones climáticas resultan muy favorables para el hongo. La primera aplicación se debe realizar con fungicidas del grupo de los Triazoles en mezcla con fungicida del grupo de la validamicina. Estas aplicaciones deben llevarse a cabo con la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad y continuar de ser necesario con una segunda aspersión unos 2-3 meses después, a fin de lograr un control eficiente durante todo el periodo.
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